Vino aquí para que lo domaran. Para obedecer, para que le lleven de la mano, para olvidarse de sí mismo. Dos amos dominantes le reciben y le ordenan que se desnude. Él obedece y se deja vendar los ojos. Ahora, a su disposición, sabe que su cuerpo no es más que un juguete. Los amos harán buen uso de sus rajas y se las rellenarán sin piedad. Déjate llevar, ¡la obediencia a la gran polla es tan buena mi joveno!