Este tipo me pidió que viniera a filmarlo masturbándose. Sólo una regla: sólo filmar, mirar, pero no tocar. ¡Pero tenía unas agallas locas y una de esas grandes borlas! Era realmente difícil no lamer y chupar, no podía más. Sentía un evidente placer burlándose de mí y haciéndome sentir que no tenía derecho a sus pies, que extendía delante de mi boca y de su increíble polla. Os dejo para que lo apreciéis: el tío tenía un tronco de locura, un rabo curvado magnífico y su aguijón... Hubiera dado cualquier cosa por adorarlo.